domingo, 7 de junio de 2020

DE LOS QUE MOLESTAN.

   Estimado amigo:
   Un miércoles de noche, mientras Juana, amiga de mi esposa, se disponía a cambiar el pañal de su hijo de seis meses, interrumpiendo, de manera provisional, la preparación de la cena que estaba realizando, su hija mayor de diez años comenzó, sin parecer tener fin, a hacerle preguntas fruto de su curiosidad por todo, aturdiendo a su madre de tal forma que, avergonzada, confesaba a mi mujer la respuesta que le dio: "¡No te imaginas lo que me estás molestando! Cállate un poquito, por favor". Ya fuese a causa de las palabras, ya fuese por el tono que pudo utilizar Juana o por ambas cosas, su hija, entre lágrimas, respondió: "¿Así que te molesto, eh? Yo creía que te gustaba estar conmigo y que nos contáramos cosas; ¡pues ahora ya se la verdad!".

   Mi esposa me hacía sabedor de todo esto, en uno de mis momentos de desconexión neuronal frente al televisor, mientras visionaba una repetición de un partido de fútbol celebrado hace más de veinte años, en el cual, mi equipo favorito lograba una épica victoria, con un gol del jugador que estaba en boga en aquella época, logrado en los últimos minutos del encuentro, cuando, justo en el momento en el que iba a tener lugar tal hecho, nuestra hija de nueve años aparece en el salón, colocándose justo frente al televisor e impidiéndome ver tal feliz acontecimiento, mientras me decía quería enseñarme lo bien que leía no sé qué cuento que, a resultas, se había convertido en su favorito.
   Molesto por ello, me levanté del sofá como si uno de sus muelles se hubiesen soltado para impulsarme a ello, y grité: "¡Quítate de ahí, que siempre, siempre estás molestando!". Tras unos breves instantes, mi hija abandonó el salón dirigiéndose a su habitación, con visibles pucheros en su rostro. Yo retorné a mi actividad, no sin percatarme de una extraña y sorprendida expresión que asomaba en la cara de mi mujer.
   El caso es que no puede visionar de nuevo uno de los momentos deportivos más importantes de mi vida, esperando, eso sí, que no sea necesario otro confinamiento para que se animen a repetir este partido de nuevo en algún canal de televisión, en cuyo caso, bien me aseguraría de cerrar la puerta del salón para evitar la entrada de molestas interrupciones. ¿No es tan difícil de entender, verdad?
   Hasta la próxima.

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